Cristo, consciente de su destino y aceptándolo, llega con sus discípulos a Jerusalén para celebrar la Pascua y es recibido clamorosamente por el pueblo.
Después de la Última Cena, Jesús se dirigió al huerto, donde acostumbraba reunirse con sus discípulos a orar. Este momento concluye con la irrupción en el huerto de los soldados que, guiados por el beso delator de Judas, prendieron a Cristo.
Jesús es identificado al recibir el Beso de Judas y arrestado por la policía del Sanedrín, que le conducirá ante distintas instancias que debatirán su enjuiciamiento.